(Algunas reflexiones sobre las invasiones inglesas)
A la memoria de mi maestro político Jorge Enea Spilimbergo
“Mas dios ha de permitir Que esto llegue a mejorar Pero se ha de recordar Para hacer bien el trabajo Que el fuego para calentar Debe ir siempre por abajo”
Martín Fierro – José Hernández
Introducción
Este ensayo sólo pretende el humilde título que proponer, extraer de nuestro pasado histórico lejano algunas reflexiones necesarias para la Argentina que se viene. La crisis del 2001 abrió una nueva etapa en nuestra historia, y los tiempos que corren nos permiten este espacio para la reflexión, cumplidos ya 200 años de los acontecimientos que nos hicieron la nación inconclusa que hoy somos. El bicentenario es la oportunidad de pensar y actuar un futuro distinto para la Argentina y el resto de los países Latinoamericanos. Por eso, este ensayo no será una enumeración escolar de los hechos; Las descripciones de las batallas, el heroísmo de nuestros compatriotas, el currículum del batallón 71 (de escoceses que se habían batido con los ejércitos de napoleón), la destreza de Liniers, el conservadurismo del monopolista Álzaga, la cobardía del virrey Sobremonte (que aquí intentaremos redefinir) y la astucia de Beresford (siempre los ingleses son astutos), serán temas secundarios. Sólo será una desarticulada enumeración de fenómenos con un objetivo claro, iluminar nuestras practicas futuras , en relación con nuestras peleas pasadas que hoy más que nunca se nos hacen presentes.
Inglaterra y el mundo
El equilibrio internacional está roto, el avance de Napoleón sobre el resto de Europa no le permite a los ingleses otro remedio que replegarse en sus colonias, y disfrutar de su superioridad en los mares. Sólo había que esperar casi diez años para restablecer el equilibrio…. a favor de Inglaterra nuevamente. La nación más poderosa del mundo perdía su influencia en el continente una vez que sus socios, Rusia y Austria, perdían frente a los ejércitos campesinos de Napoleón. Cerrado el continente para sus mercancías, Gran Bretaña se ve obligada a buscar nuevos mercados. Ya el tiempo en que España podía ser su aliada había pasado. La alianza de esta última con Napoleón le había obligado a interceptar un barco español con los caudales del Virreinato del Río de la Plata en 1804, para evitar el aprovisionamiento de metales provenientes del Alto Perú por parte de Napoleón. Era el momento propicio para pensar en el proyecto planteado por Miranda, en donde las tropas inglesas debían contribuir a la liberación de las colonias hispánicas. Con la bandera de la libertad, empujarían a las masas latinoamericanas contra el decadente imperio español. Miranda junto con otros latinoamericanos (O´Higgins, Saturnino Rodríguez Peña, Padilla), representantes de la pequeña burguesía criolla marginada del sistema administrativo colonial, creían que el apoyo ingles permitirá la liberación de Latinoamérica, y que la liberación de España era un hecho para nuestros pueblos. Muy por el contrario el pueblo latinoamericano todavía debía experimentar las Juntas de Cádiz, en donde el pueblo español demostraría su negación para reconocer como iguales a sus compatriotas. De ahí la famosa frase del diputado americano, el Inca Yupanqui, en Cádiz: “Un pueblo que oprime a otro no merece ser libre”. Las conversaciones mantenidas por Miranda con el primer ministro Pitt y el comodoro Home Popham (futuro jefe de la invasión a Buenos Aires en 1806) desmienten la teoría del historiador Vicente Fidel López (y deslizada por Mitre) sobre que las invasiones no serian producto de la política exterior británica, sino de las locuras del Popham. La realidad que luego de la batalla de Trafalgar en 1806 (donde la marina británica vence a la franco española) donde Inglaterra terminó de afianzar su hegemonía marítima y la necesidad de la gran burguesía inglesa de colocar sus mercaderías, generan el marco internacional para que la potencia marítima se encuentre con las manos libres para actuar.
Sobremonte y el pueblo de Buenos Aires
Por aquellos años la autoridad virreinal estaba en las manos del Marqués de Sobremonte. La Corona española había fundado el Virreinato del Río del Plata en 1776, por dos razones. Una, la archiconocida: frenar el poder portugués que se acercaba al Río de la Plata; la segunda y menos relatada por los historiadores oficiales (entre ellos el ultra porteño Mitre) para disciplinar a la ciudad de los contrabandistas, que siempre tendía a replegarse sobre si misma. Por eso el Virrey del Río de la Plata condensa en una persona 2 magistraturas: rige el virreinato y la intendencia de la ciudad. El poder debía ejercerse para obligar a Buenos Aires a seguir la política del imperio español. Su vinculación, ya en esos tiempos con el mercado mundial, era peligrosamente centrífuga. Cuando los británicos, desembarcaron en Ensenada, al mando de Beresford, para invadir Buenos Aires, el virrey intentó una defensa improvisada, y una vez que descubrió que la defensa era superada, buscó el interior del Virreinato para replegarse sobre un territorio que creía más fiel para organizar el ejército de la defensa. No huyó por cobardía, sino que era una retirada estratégica para juntar las fuerzas necesarias para vencer al invasor ingles. La desconfianza en las fuerzas hostiles de Buenos Aires, que había generado la creación del virreinato, era la misma que buscar el repliegue en el interior para vencer al invasor. La comprensión de este hecho, ilumina la significación de Bs. As., inclusive en los últimos tiempos del gobierno colonial. El poder que esta ciudad va a tener en la definición de los conflictos de la futura guerra de la independencia y las guerras civiles tiene un origen previo a la revolución. La denigración de Sobremonte oculta la denigración contra las fuerzas del interior, que si bien a destiempo, constituyeron un ejército de 2000 soldados para la defensa contra los ingleses. Lo que sorprendió fue que Bs. As. actuara como actuó, defendiéndose soberanamente frente al invasor. Si Sobremonte cayó, en todo caso, no fue por su “cobardía”, sino porque su caída empezaba a prefigurar la imposibilidad del gobierno español de defender sus colonias, y la necesidad de que el pueblo de las colonias empezara a tener un rol más protagónico en las decisiones sobre su porvenir. Liniers representará esta voluntad del pueblo de Buenos Aires para defenderse de las invasiones y, más específico, de los criollos por empezar a conducir sus destinos.
La invasión, la gestión inglesa, la reconquista
La invasión, dado el marco internacional descrito en la primera parte, se realizó hacia fines de junio de 1806. El ejército enviado por Home Popham para ocupar la ciudad, acababa de invadir la Colonia holandesa de Cabo Esperanza. La definición política de la misión no estaba clara, ¿instalar una colonia británica o ser una fuerza contribuyente en la independencia del Río de la Plata? Beresford define su accionar, una vez conquistada la ciudad con aproximadamente 1500 hombres, nombrándose gobernador del imperio británico. Mantuvo las instituciones propias de las colonias, decretó la libertad de culto, la libertad de comercio (el tan preciado tesoro para el capitalismo ingles), entre otras cuestiones. Pero si bien mostró todas las ventajas de ser súbdito de la reina de Inglaterra, envió el tesoro del virreinato, que le había quitado a Sobremonte, a Londres donde fue paseado triunfalmente por las calles, sin que jamás sea devuelto. Algunos de los criollos, prefirieron servir a los nuevos amos. Entre ellos un apellido que representa en la Argentina contemporánea la imagen de saqueo y entrega del patrimonio nacional a las potencias extranjeras, el bisabuelo de Martínez de Hoz se presentó para ser empleado Director de Aduana de la Reina. La indignación generada, por el “abandono” del virrey (representante del poder español en la ciudad), la insignificancia del ejercito invasor, en una ciudad de aproximadamente 50000 habitantes, junto con la conciencia de una comunidad de estar siendo invadida por un elemento extraño a ella misma, fue armando la resistencia. Algunas posturas terroristas, plantean colocar bombas donde tienen concentradas sus fuerzas los ingleses, y así matar a Beresford, algunos levantamientos en el interior, en la actual provincia de Buenos Aires encarados por Pueyrredón, fueron las primeras manifestaciones de resistencia al invasor. Los ingleses pensaban, que la invasión de fuerzas extranjeras generaría manifestaciones en contra del poder español. Pues bien, los primeros días empezaron a descubrir que otra era la historia. Liniers, la figura que sintetizó esta lucha contra el invasor, se introdujo en Buenos Aires, investigó la ubicación de las fuerzas inglesas en la ciudad, y marchó a Montevideo a pedir la ayuda de la ciudad. Logra el apoyo necesario y a su alrededor se van integrando las fuerzas de la resistencia. En pocos días recupera la ciudad y vence a los ingleses, tomando a sus principales líderes como presos de guerra. En la reconquista, el pueblo de Buenos Aires supera las meras organizaciones militares de la colonia. La movilización presiona sobre el fuerte donde los ingleses no pueden creer como el pueblo de la ciudad espera en las puertas para deshacerse de ellos. La reconquista es un hecho, todos los sectores participan de ellos, los españoles peninsulares (que poseen todos los privilegios del orden colonial), los criollos (que no tienen acceso a esos privilegios y que en el orden ingles quizás tendrían más privilegios), los esclavos y los indios (que no tenían nada que perder quitándose la dominación española). Todos los sectores contra la agresión externa. Los más disímiles intereses unidos por una cuestión común, el rechazo a la fuerza extraña, que interrumpe el desarrollo interno de la sociedad. El pasado nos muestra como se enfrenta al enemigo común, sin que por eso los sectores que participan tengan que dejar de tener distintos intereses hacia el futuro. La guerra plantea la contradicción, o se estaba con los ingleses o contra ellos, no había espacio (como no los habrá en los futuros enfrentamientos con el Imperio Británico) para medias tintas. Algunos autores (desde ciertas posturas de “izquierda”) plantean que la reconquista no significaba ningún cambio, que el mismo nombre signaría una vuelta al pasado anterior a las invasiones. La experiencia subjetiva, de los habitantes de Buenos Aires al enfrentar a una de la naciones más poderosas para defender su territorio y la desprotección por parte del rey de sus súbditos que tienen que tomar la defensa en sus manos, generan las condiciones subjetivas necesarias para la construcción de la soberanía popular y la independencia con respecto a la madre patria. La reconquista encuentra a Buenos Aires dividida en dos, por un lado Martín de Álzaga, representante de los sectores monopolistas de españoles peninsulares, concentrados en el cabildo y dispuestos a impulsar la vuelta del status quo anterior a las invasiones. Por otro lado Liniers, que sintetiza en su figura a los criollos que desean hacer valer su lucha en el campo de batalla, y ocupar espacios de poder, que el antiguo régimen, no les permitía. Entre la reconquista y la defensa de 1807, media lo que Mitre llama la revolución del 13 de Agosto, en donde el pueblo en las puertas del Cabildo exige la destitución de Sobremonte y nombra, bajo presión, a Liniers como gobernador militar de Buenos Aires. De la soberanía defendida con las armas, se pasa a la soberanía en la elección de autoridades del virreinato. El régimen colonial español está herido de muerte. La indefensión en que España, por su debilidad, dejó a las colonias hace que estas necesiten defenderse solas. Por otro lado la monarquía absoluta debía defender a sus súbditos, si ella no lo hacía, la soberanía quedaba en las mismas manos donde quedaban las armas: el pueblo. Por supuesto que los sectores de la revolución de mayo no están prefigurados todavía, los años abruptos que siguieron, fueron redefiniendo a los sectores políticos. En este momento, figuras como Mariano Moreno y Belgrano se destacan como secretario de Álzaga el primero, y parte de los Patricios de Liniers el segundo. Como bien describimos antes, la transición que media entre esta reconquista de Buenos Aires y la exigencia de la independencia por parte de las colonias hispánicas, se responde con la separación entre la España ibérica y la España del nuevo mundo, la debilidad del modo de producción burguesa que primero hace estallar la división entre estas dos partes y luego hace estallar al resto de Latinoamérica en 20 repúblicas distintas.
El hombre blanco civilizador, libertador y la denigración del invadido
Basta leer los documentos de Sir Home Popham describiendo la derrota del ejército inglés por parte de los nativos de Buenos Aires, para descubrir la denotación sistemática hacia todos los pobladores, la tergiversación de los acontecimientos, y la obvia negación de una de las cuestiones claves, el engaño de Beresford a Liniers para hacer firmar una rendición falsa más digna, para que el primero no sea juzgado por el gobierno de la Reina. Los fragmentos de la carta que transcribo, son publicados por Vicente Fidel López, sin ningún comentario, no hay dudas que Mitre más afecto a los documentos no los desconocía, pero ambos se niegan a cuestionar la actitud denigratoria y mentirosa del Comodoro Popham. Puesto que para ellos los ingleses son la cumbre de la civilización. Cuando Popham habla de españoles, obviamente que se esta refiriendo a todos los integrantes de la ciudad. “….La reconquista de Buenos Aires ha sido manchada con actos tan premeditados de traición y perfidia, que es imposible hallar otro ejemplo en los anales de la historia, y estoy seguro será en adelante un motivo para todo oficial ingles para desconfiar de cualquier tratado con los españoles por sagrado que sea….” Y a continuación explica su frase categórica: “…. Los términos de la convención fueron firmados el 2 de junio, después de ser detenidamente discutidos en el Cabildo por el anterior comandante en jefe de las fuerzas de S. M. C., los funcionarios públicos, los delegados eclesiásticos y los representantes del pueblo, cuando se promulgaron, fueron recibidos con las demostraciones de viva alegría, y nadie manifestó mas gozo que las mismas personas que, violentando después la fe de sus empeños, se hicieron los conspiradores principales para derrumbar un gobierno que acababan de ayudar a levantar y establecer….” El pueblo de la ciudad debía jurarle respeto a su invasor, sin rebelarse nunca contra el, en eso está el hecho que quedará, para nuestro Comodoro, en los anales de la historia. El pueblo que se rebela contra el invasor, por supuesto que es digno de quedar en los anales de la historia porque demuestra su voluntad de ser libre a cualquier precio. Los insultos continúan uno a uno, pero hay uno utilizado, muy similar al que aplican muchos grandes teóricos de las ciencias sociales y de la izquierda cipaya, que vale la pena citar: (Hablando de Pueyrredón) “….Se reunieron y ocultaron armas en la ciudad; los descontentos se juntaban todas las noches y recibían las instrucciones del citado individuo; y este levanto toda la chusma del país con las muchas cantidades de dinero que se había procurado….”. Cualquier accionar soberano del pueblo y que no vaya con las ideas que los liberadores tienen, es porque el pueblo se vende. A buen entendedor, pocas palabras.
Las milicias populares y la defensa
En la Defensa de 1807, los ingleses venían directamente como invasores, a recuperar lo que habían ganado un año antes. La gran burguesía de la city, festejaba la facilidad de la toma de Buenos Aires. Cuando se enteró de la reconquista exigió reconquistar lo conquistado. Los roles estaban claros. El proyecto de Miranda quedaba atrás y era sustituido directamente por la voracidad de los burgueses, no sólo libre comercio, sino la colonización. El pueblo de Buenos Aires se organiza en milicias populares, la defensa estaba organizada para que todos en la ciudad participaran de ella. En esta oportunidad no serán 1500 sino 15000 los soldados veteranos ingleses. El nivel de organización incorpora batallones españoles, de criollos (los famosos patricios) y de negros y mestizos. La elección de las autoridades militares es por consenso. La democratización es un rasgo de la resistencia frente al invasor, lo mismo pasará en España frente a Napoleón. Es necesario que el pueblo elija aquel que los guiará a la guerra. De no poder armarse autónomamente, a armarse decidiendo las jerarquías, es un paso gigantesco. La necesidad de la guerra impone nuevos ritmos a la organización de la defensa. Sólo esta organización de milicias populares y el apoyo del resto de la población es lo que logra la victoria. En todos los enfrentamientos en campo abierto los ingleses vencen. Son vencidos en la ciudad, por el levantamiento popular que acompaña la lucha militar. Es que entre el levantamiento y la milicia no hay diferencias, son lo mismo. Los ingleses son vencidos dos veces en la ciudad que, se suponía, le era afecta. Esto igualó el poder entre los españoles y los criollos, ambos fueron capaces de defender la ciudad frente al enemigo. Es más, entre los criollos y los españoles no hay diferencias. Lo que sigue a la victoria popular es el nombramiento del próximo Virrey, el primer virrey nombrado no desde el poder absoluto del monarca español, sino desde el pueblo en armas que defendió su ciudad.
Buenos Aires, entre el cielo y el infierno
Algunos escritores nacionalistas (como el excelente historiador López Amuchástegui) desestiman el proceso generado por las invasiones inglesas, puesto que intuyen en él, el afianzamiento del poder de Buenos Aires. También expresan que la destitución del Virrey y el nombramiento de Liniers, es otra de las atribuciones que el pueblo de la ciudad impone por encima de la decisión de todo el virreinato. Seguramente este proceso contribuyó al crecimiento del poder de Buenos Aires con respecto a todo el virreinato. Pero ese poder antecede a las invasiones y es producto de la ubicación estratégica y económica que esta ciudad tiene con respecto al virreinato. Por otro lado, así como de Buenos Aires surgen las fuerzas disgregadoras que evitan que San Martín termine con el poder español en Perú, de ella también surgen los principales referentes de la Revolución de Mayo. El proceso abierto por la derrota de las invasiones es vasto y diverso. Y la ciudad de Buenos Aires es además un proceso vasto y diverso, que no tiene una solo dirección, sino que en ella se mezclan, por decirlo de alguna manera, “el cielo y el infierno”. La derrota de los ingleses produjo en el virreinato del Río de la Plata y en todos los virreinatos del antiguo imperio español, la demostración de la posibilidad de los criollos de participar en la lucha por su defensa y la participación en las decisiones. Un grito de soberanía, que oyeron todos los pueblos de las colonias españolas.
Victoria militar / Derrota política
Abundan en la historia argentina, victorias militares, sin victorias políticas, o dicho de otro modo, ganar batallas y perder la guerra. Cepeda, Caseros, Pavón, son ejemplos de victorias militares, en donde las victorias no pueden transformarse en victorias políticas para los vencedores. Los ingleses derrotados sembraron una idea que para el liberalismo esta asociada con la libertad, aunque en la mayor parte de las veces su aplicación signifique, tanto en el plano político como económico la negación de ella: El librecambio. Una vez derrotados, utilizaron otra táctica para lograr los nuevos mercados; la diplomacia británica, que en menos de 20 años monopolizó casi todos los mercados de la América española y el control geopolítico de la zona (generando un estado tapón entre Argentina y Brasil, El Uruguay). Con su política, destruyó las industrias artesanales del antiguo virreinato, y muchas provincias fueron condenadas a vegetar en la más absoluta pobreza. Se alió con todas las fuerzas centrífugas para evitar la unidad pensada por San Martín y Bolívar. Cierto es que la debilidad estructural de la economía latinoamericana, hacía, casi imposible, la unidad necesaria. Algunos con todo derecho, plantean el aporte a la liberación latinoamericana por parte de los británicos, sus gobiernos y sus capitales se lo cobraron con creces con 150 años de ingerencia en nuestros asuntos. Nuestra derrota fue política, el enfrentamiento unificó a los distintos sectores sociales, de la entonces Buenos Aires colonial, pero la expresión del proyecto común para cada uno de esos sectores era distinta. Todos se unían en defensa del enemigo invasor, pero ninguno de ellos podía convertirse en síntesis del resto para construir una gran nación.
Algunas conclusiones
Nuestras tareas se entremezclan con el pasado inmediato y mediato. La necesidad de la conformación de un gran movimiento que aglutine a todos los sectores que quieren una Argentina y Latinoamérica soberanas, nos viene de lo más profundo de nuestra historia. La necesidad de prefigurar un proyecto nacional en donde tengamos plena conciencia de donde queremos ir, es una tarea inexpugnable en esta nueva situación, para lograr que las victorias militares, se transformen en victorias políticas, o para que la lucha se transforme en poder transformador para los que luchan. No sólo ser antiimperialista, que define todo lo que no queremos, también hace falta ser nacionalista que define hacia donde vamos. Por ultimo la única garantía de lograr la liberación proviene de la soberanía del pueblo, que en su quehacer diario hacia la liberación, es el único lugar firme donde apoyarse para llevar la lucha hasta sus últimas consecuencias: una Latinoamérica unida.
Bibliografía
López Amuchastegui, “Crónica Histórica Argentina”, Ed. Codex López, Vicente Fidel, “Historia de la Republica Argentina, su origen, su revolución y su desarrollo política”, Ed. Imprenta y Encuadernación de G. Kraft. Mitre, Bartolomé; “Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina”; Ed. Por el Congreso Nacional de la Nación Ramos, Jorge Abelardo; “Revolución y Contrarrevolución en la Argentina”; Ed. Plus Ultra Spilimbergo, Jorge Enea; “Revisionismo histórico socialista”; Ed. Octubre
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