Lo cortés no quita lo valiente. Por lo tanto, voy a señalar dos aspectos a mejorar en materia económica. Dos pilares de la economía macrista aún no han sido desmantelados por el Gobierno: precios de los alimentos altos y tarifas altas.
Reactivar la economía es el corazón de cualquier programa económico para la Argentina, independientemente de la existencia o no del coronavirus.
Se reactiva la economía devolviendo el poder adquisitivo a las familias argentinas mediante un valor de los alimentos y las tarifas en una relación justa y razonable con los ingresos de la gente.
El gobierno congeló las tarifas pero no es suficiente. Congelar tarifas es congelar una mala distribución del ingreso. Imposible reactivar la economía si una familia tipo gasta 10.000 pesos por mes entre luz, gas y agua con un ingreso de 15.000 o 20.000 pesos. Como ejemplo, las tarifas eléctricas aumentaron un 3.000% durante el gobierno de Macri.
Sumado a esto, está el precio de los alimentos. Con el kilo de asado a 500 pesos, una familia tipo necesita 4.000 pesos por mes sólo para comer un asado en familia los domingos. Argentina es uno de los principales exportadores de carne vacuna pero una importante porción de los argentinos no come carne desde hace cuatro años.
La economía se reactivará con bajo un modelo de crecimiento y desarrollo si se toman tres medidas fundamentales de política económica.
La primera medida es poner el valor de las tarifas en relación a su costo de producción.Las tarifas podrían costar un tercio del valor actual si fueran armonizadas y determinadas en función de su costo de producción.
La segunda medida es aumentar las retenciones en la zona núcleo para los tres principales cultivos: maíz, trigo y soja.
Adicionalmente, aumentar las retenciones de la carne vacuna y de los lácteos.Vale aclarar que desde diciembre de 2019 no se modificó el nivel de retenciones heradado de Macri. Sólo se subieron las retenciones a la soja 3 puntos porcentuales.
La tercera medida es administrar fuertemente el comercio exterior. El dólar es el insumo más escaso en la Argentina y hay que asignarlo correctamente.Vimos cómo se disparó la venta de autos importados de alta gama en los últimos meses que se compraron con los escasos dólares del Banco Central. Hay otras medidas económicas importantes pero las tres mencionadas son las fundamentales.
Los aumentos propuestos para las retenciones son maíz del 12% a 30%, trigo del 12% a 35% y la soja del 33% a 35% en la zona núcleo. Carne vacuna del 9% al 20% y lácteos del 5% al 15%.
Además, es fundamental limitar la exportación de la vaca buena(el tipo de animal vacuno que consumen los sectores populares en Argentina) a sólo a dos o tres cortes de alto valor. El problema con la carne vacuna es que China desde hace cuatro años importa masivamente no sólo la vaca buena sino además todos sus cortes.
En el caso particular de los lácteos habría que distribuir entre los tambos vía reintegros lo recaudado por el aumento de las retenciones a los lácteos. El aumento de las retenciones permitirá no sólo disminuir el valor de los alimentos sino también incrementar la recaudación fiscal.
El objetivo es devolver el poder adquisitivo a las familias argentinas, devolver competitividad a las empresas por unidad vendida y reactivar la economía y el mercado interno.
En el caso de las tarifas es fundamental armonizarlas y establecer las mismas en función de su costo de producción incluye la amortización de las inversiones necesarias y una ganancia justa y razonable para las petroleras y para los demás actores de la cadena.
Armonizar las tarifas eléctricas significa determinar para todo el país un costo fijo máximo por cliente, un kilovatio hora idéntico, y una tasa municipal máxima. Lo mismo aplica para el gas. Las tarifas no sólo no guardan relación con su costo de producción sino que además es tal el desbarajuste de los conceptos que componen la factura que a igual consumo una familia del interior paga entre dos y tres veces más que una familia de Capital.
Es indispensable establecer como en Estados Unidos un valor razonable de exploración y producción tanto para el millón de Btu (unidad de medida) como para el barril de petróleo.
Poner el precio de la energía fósil en relación a su costo de producción más amortización de las inversiones y una ganancia razonable para las petroleras tiene como objetivo lograr un modelo de desarrollo sustentable.
En el 2017 YPF informó a la Comisión de Valores de los Estados Unidos que su costo promedio de producción de gas natural era de 1,90 dólares por millón de Btu.
Con un gas a 7,5 el millón de Btu en Argentina, Rocca, dueño de Techint, decidió comenzar a producir tubos de acero sin costura en Texas donde el principal insumo de la actividad, el gas, cuesta la tercera parte. Rocca construyó una fábrica en Estados Unidos con una inversión de USD 2.000 millones que finalmente inauguró en abril de 2017.
Rocca creó 1.500 puestos de trabajo en Estados Unidos y no en Argentina porque en nuestro país el precio del gas natural en boca de pozo no guardaba ni guarda relación con su costo de producción más amortización de la inversión y una ganancia razonable para las petroleras.
Lo mismo sucede con el precio del barril de petróleo. El costo de producción del petróleo en Argentina con exploración y explotación es menor a 35 USD el barril. Haciendo números el valor final de venta del diésel en el surtidor de las estaciones de servicio podría estar a USD 0,60 el litro y toda la cadena de producción, transporte y comercialización ganar plata.
Se debe alinear el sistema tarifario con los costos totales también en la transformación, transporte y distribución, más una tasa de ganancia razonable.
En el caso de los frigoríficos vienen ganando mucha plata pero lamentablemente a costa de que el pueblo argentino no coma carne. Está muy bien que exporten, pero no justo el tipo de animal vacuno (la vaca buena) que consumen los sectores populares en Argentina. La resultante es un precio para el mercado interno que se termina equiparando al precio de paridad de exportación y una caída fenomenal en el consumo local de carne vacuna. Estoy seguro que a los chinos le podemos exportar cortes de alto valor y los frigoríficos seguir ganando plata.
El aumento de retenciones de maíz, trigo y soja propuesto es sólo para la zona núcleo. Mayores retenciones no sólo bajan el precio de los alimentos sino que también reducen el precio del alquiler de las tierras. Ante un aumento de retenciones es el dueño de la tierra quien resigna ingresos y no el productor. Las tierras en la pampa húmeda están concentradas en pocas manos y la mayor parte de la agricultura se produce en tierras alquiladas. Además, se podría pensar en una segmentación.
Los pequeños productores no representan más del 5% de la superficie en la zona núcleo. Es una realidad la importancia del campo y de los productores argentinos. También es una realidad la renta extraordinaria que se genera con los alquileres y que capturan los grandes dueños de la tierra en la pampa húmeda.Junto con el aumento de las retenciones, habrá que dictar una ley de alquileres en la pampa húmeda con el objetivo de asegurar la baja de los alquileres y la mantención de la rentabilidad de quién produce la tierra. Sin una ley de alquileres éstos no bajarán lo suficiente y los productores reducirán la utilización de insumos para mantener la rentabilidad.
El aumento de las retenciones también podría servir para negociar el pago de la deuda con el FMI. Bonita forma de romper el constante apoyo que expresan los terratenientes argentinos (a través de la Sociedad Rural) con las políticas del FMI. Al FMI le interesa cobrar, no si la plata la pone la Sociedad Rural a través de mayores retenciones.
Con Néstor la economía crecía al 9% en default y con un riesgo país superior a 6.000 puntos. Que no nos asusten con caer en default. Ya estamos en default desde que el macrismo inventó una palabra que no figura en el diccionario de la Real Academia Española: reperfilamiento
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