La cultura de la compra de moneda extranjera, el rol de los “fugadores” de divisas y las propuestas que el Estado debe ofrecer a los ahorristas
El último impuesto generado para aquellos que desean ahorrar en dólares, más las restricciones para las compras en el exterior y demás reajustes del Banco Central, pone sobre el tapete la dependencia que la economía argentina tiene de la moneda extranjera. Escribir para pensar la situación, es el objetivo de esta nota.
Dólar Ahorro
Desde chico mi tía, primera generación de argentinos empleada administrativa de emprendimientos gastronómicos españoles me dijo: “si tenés ahorro, compra dólares”. Seguramente millones de argentinos “clase media” han sufrido esa sugerencia, que denotaría que la única forma de ahorro de los argentinos es en la moneda extranjera. No es que todo el tiempo se pueda ahorrar, pero cuando se puede hay que volcarlo a dicha moneda. En algún momento de la “Década Ganada” y Latinoamericana, que me encontró con trabajo jerárquico, privado y con todos los beneficios laborales pensé “el dólar ya fue”. La crisis del 2008, y el crecimiento Chino me hicieron pensar que la “maquinita” de fabricar dólares, los EEUU, dejaría de ser central y su moneda caería. Gran error, mis pesos, mis plazos fijos, se desvalorizaron. No se puede negar, que para la mayoría de los pequeños ahorristas, el dólar es su mayor reserva de valor. Comprando una propiedad (a la cual también se accede comprando dólares) que depende en gran medida del momento económico del país -a veces en alza, a veces en baja-, al dólar lo tenés y lo usas cuando querés. No es una inversión, es solo querer que lo que tenés, se mantengan en el tiempo. La vivencia económica de los argentinos que pueden ahorrar, es que hay que comprar dólares y guardarlos, cuanto más lejos de los bancos mejor.
Ni ciudadanos del mundo, ni la Argentina produce dólares
Desde hace más de 70 años, la economía mundial intercambia bienes y servicios a través de la moneda norteamericana. Es arbitrario, impuesto, injusto, pero por ahora es así. Los argentinos tenemos nuestra moneda, que nos sirve para consumir en Argentina, quizás algunos de los países limítrofes puedan aceptar nuestra moneda en situaciones de emergencia, pero inclusive con ellos el intercambio es prioritariamente en dólares. Es que no somos ciudadanos del mundo, somos argentinos. Que durante un período de tiempo, el dólar les haya servido a algunos para ahorrar, no quiere decir que nos sirva como economía, ni que siempre tenga que ser así. Sencillamente porque la Argentina no fabrica dólares a su voluntad (como si lo hacen los EEUU). Tendríamos que concientizarnos de estas dos cuestiones aquellos que pensamos que si ahorramos dólares nos salvamos: en primer lugar que no podemos realizarnos si nuestro país no se realiza y en segundo lugar que nuestro país no produce dólares. O por decirlo de otra manera, por más dólares que ahorremos, si nuestros país se va al demonio, nosotros también. Yendo al quid de la cuestión si seguimos utilizando dólares para nuestra economía interna ya sea ahorro, compra de viviendas y “la fuga” al exterior, no habrá dólares para comprar maquinarias para generar trabajo y producir. No habrá dólares para que la Argentina generé dólares.
La serpiente que se muerde la cola
¿Cómo resolver este problema? Mantener el valor de los ahorros o producir y generar riqueza en el país utilizando los mismos dólares escasos. La última solución del neoliberalismo fue la convertibilidad. O sea fantasear que el peso era igual que el dólar y que por lo tanto se podía indistintamente ahorrar dólares o pesos. Pero eso no implico valorizar el peso, sino santificar al dólar. Potenciaba la imagen de que la única moneda que servía era el dólar. Independientemente de la derrota en la batalla ideológica por constituir una moneda nacional, que permita ser “reserva de valor”, dicha solución económica tuvo el límite del vaciamiento de la economía argentina y su consiguiente destrucción, con lo cual el peso, representación de la economía argentina, se destruyó al ritmo de ésta. No existe moneda fuerte, sin país fuerte. No existe país fuerte que solo exporte materias primas. No existe país fuerte sin industria y mercado interno. Por eso, es necesario que los pocos dólares que tenemos se dediquen a mejorar nuestra producción y trabajo, y no se pierdan en el ahorro interno , en la compra de inmuebles, “o en la fuga al exterior”
“Dónde hay un dólar viejo Gómez”
Emulamos al tango, que en vez de dólares, preguntaba por los mangos, pero creemos saber dónde están los dólares. Independientemente de que no es lo mejor para la economía argentina, la utilización del dólar para ahorro o para comprar propiedades, el problema principal del dólar en la Argentina, por lo menos en los últimos años, es “la Fuga”. O sea por distintos mecanismos las empresas o personas con muchos recursos fugan los dólares que tanto le cuestan a la Argentina conseguir, hacia el exterior, a un paraíso fiscal. A los primeros que tendrían que apuntar los pequeños ahorristas es a estas personas que se quedan con los pocos dólares que genera el país. Los responsables de que sea cada día más difícil ahorrar en dólares, o utilizar dólares para comprar o viajar fuera del país, son aquellos que por su poder, y por su conocimiento de las trampas de la ley , y de los procedimientos administrativos del Estado, dejan a la Argentina sin divisas. La furia de los pequeños ahorrista no debe dirigirse a la actual gestión del Estado, que pone trabas a la venta de dólares, para poder contar con divisas, para que la economía siga funcionando.
El país que necesitamos, desdolarizar nuestra vida diaria
Para construir el país que necesitamos, en donde el ahorro por el esfuerzo no deba dolarizarse para no perder valor, tenemos que hacer que el ahorro se invierta en el país y sus potencialidades. Una forma de que todo ese esfuerzo se canalice a nuevas formas de producir y trabajar. Ahí es el Estado, que debe proponerles a los argentinos otros caminos a los que ahorran en dólares. Pero todo ello sería inservible, si no cortamos el flujo de dólares que año a año se fugan al exterior de distintas maneras. Por supuesto que los que fugan millones de dólares son los culpables en primer lugar. No se resuelve este problema culpando a los pequeños ahorristas, sino dándoles posibilidades y seguridades para que sus ahorros se transformen en la inversión que el país necesita. Sí es, una forma de resolver el problema perseguir aquellos que arbitrariamente “fugan” el esfuerzo de los argentinos y descapitalizan al país.
*Licenciado en Sociología, Doctorando en Ciencias Sociales, Docente de la UBA y la UNDAV. Coordinador de Grupo de Estudios sobre Marxismo e Historia Argentina en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe. Integrante del Centro de Estudios Nacionales y Sociales Arturo Jauretche. Twitter: @Pablolopezfiori
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