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Foto del escritorAlejandro Mastellone

La gestión de las voluntades como capital politico.

Actualizado: 7 oct 2020

Trabajadores, pandemia y teletrabajo en el Gobirno de la Ciudad


A casi 70 días del comienzo de la cuarentena en la Argentina, debido a la pandemia del CO-VID-19, la vida en general y en particular nos ubicó en una nueva realidad que alteró y modifi-có nuestras cotidianidades. Angustias personales, cambios en las relaciones familiares, redes, virtualidades, sexualidad, vínculos en general, todo se modificó en cuestión de horas y fue transcurriendo como un vaivén emocional a medida que fueron pasando los días. Como era de esperarse las relaciones laborales no escaparon a estos cambios. Sin embargo tenemos la extra-ña sensación de haber llegado a esta etapa de la humanidad con algunas herramientas, al menos para aquellos que estamos en condiciones socioambientales adecuadas. Desde hace aproxima-damente veinte años somos testigos de un avance tecnológico sin precedentes en la historia. La masividad del uso de las nuevas tecnologías y el “derrame” de las mismas hacia los sectores vulnerables, muchas veces construyó la conceptualización de un mundo más equita-tivo: todo está al alcance de la mano, todo está en las redes, las diversas realidades, las manifestaciones artísticas y las protestas también. Sin embargo esta ilusión de pancomunidad que pretende extenderse en esta suerte de nueva realidad en redes virtuales, de a poco muestra sus fisuras y grietas. Si bien en oportunidades se logró romper el denominado “empate hegemónico” (Portantiero, 2014)1 , entre las fuerzas dominantes lográndose un sinnúmero de conquistas sociales relegadas logradas por los gobiernos populares, nunca fueron resueltas a fondo las contradicciones del capital y por el contrario fueron profundizadas por los gobiernos liberales mer-cantilistas. Uno de los reflejos de ello son las condiciones laborales de los trabaja-dores de la educación (entre otros sectores de trabajadores del estado) y su rol en la pandemia. Desde sus inicios la gestión del PRO o la coalición Cambiemos en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se caracterizó por una orientación política hacia nuevos roles tanto sociales como laborales: los ciudadanos porteños pasaron a ser “vecinos”, se realza el valor de las ONG por sobre las organizaciones sociales, y particularmente se han apoyado en la figura del vecino “voluntario” como paradig-ma de la nueva política por sobre los militantes tradicionales, demonizados como la “vieja política” como enunciara el Dr. Juan Bautista Justo allá por principios del 1900. Esta resignificación del concepto de voluntario es una punta de lanza de la gestión desde sus inicios, ya que apela a la voluntad individual de las personas y su deseo de “colaborar” con el prójimo. La definición que encontramos en Wikipe-dia es la siguiente: “El voluntariado es el trabajo de las personas que sirven a una comunidad o al medio ambiente por decisión propia y libre. El término también hace referencia al conjunto de dichas personas: los voluntarios. Por definición, los voluntarios no cobran por su trabajo, ni reciben honores o gratificaciones de clase alguna, ni para sí mismos, ni para terceros.”2 .

     Resulta clave entender según la definición anterior la idea de “trabajo” “voluntad individual” y “deseo de colaborar” y quizás lo más significativo: el voluntario no co-bra por su trabajo. Bajo estas definiciones y en base a ellas es que nos encontramos con prácticas tales como: convocatorias a call centers de voluntarios para “tareas de sensibilización” sobre las acciones del gobierno, utilizando para ello agentes de diversos ministerios como voluntarios. Habitualmente los mal llamados volunta-rios son trabajadores en condiciones de contratación de gran precariedad, lo cual no les permite generar resistencia alguna a esas convocatorias. Es decir mediante la convocatoria se genera una presión sobre aquellos trabajadores precarizados, quienes en numerosas oportunidades ante el temor de perder sus trabajos acceden a tareas que poco tienen que ver con sus funciones. En tiempos de pandemia, la regla continúa, las convocatorias masivas a los agentes de los organismo públicos bajo la figura de voluntarios continúa a pesar de haber sido expedido un decreto de comisiones de servicio que faculta a los ministros a reasignar personal, pero en condiciones laborales más estables. La aplicación del decreto daría un marco mínimo de legalidad a los trabajadores, garantizando condiciones de trabajo y sin afectar la remuneración. 

     Pero ¿Qué encubre esta postura política? La idea o imagen del trabajo comunitario envuelto en precarización laboral se presenta aquí como paradigma principal. El voluntariado es trabajo no remunerado, en horarios fuera de convenios labora-les preestablecidos, en ámbitos sin la capacitación adecuada y acorde al servicio social prestado, entre otras irregularidades. Es decir se oculta la precarización y de forma subyacente se enaltece a la gestión como proveedora de voluntades acordes a la misma. Por otra parte no debemos dejar de tener en cuenta otro factor clave: el ahorro en recursos económicos para el gobierno, que implica la utilización de la figura del voluntario no sólo en cuanto a remuneración salarial se refiere sino también, ante esta nueva situación de crisis, la desestimación de capacitaciones y recursos adecuados para enfrentar la pandemia.

     Sumado a lo anteriormente mencionado, nos encontramos con miles de docentes sin los recursos adecuados para el trabajo en las nuevas tecnologías: Falta de recur-sos básicos como computadoras adecuadas o conexión estable a internet. El nuevo teletrabajador debe ofrecer ya no sólo su fuerza de trabajo sino también las herra-mientas para el mismo. En otras palabras, se invisibiliza la precariedad laboral, la subejecución de recursos económicos que deberían destinarse a la estabilidad de trabajadores que en algunos casos tienen hasta veinte años de contrataciones precarias consecutivas. Esta precarización continúa amparada en esta situación de excepcionalidad. En este momento crítico de la realidad Argentina, latinoamerica-na y mundial, todos nos vemos interpelados a colaborar y asistir a los gobiernos a sobrellevar este mal trago. Pero resulta de vital importancia no perder el eje crítico sobre estas situaciones invisibilizadas, con una clara intención política y contra-rias al conjunto de los trabajadores en particular y al pueblo en general.

 1 Fuente: “Economía y política en la crisis argentina: 1958-1973”, Juan Carlos Portantiero, Revista Mexicana de Sociología, Vol. 39, No. 2 (Apr. - Jun., 1977), pp. 531-565. Universidad Autónoma de México.2014.  2 Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Voluntariado



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