Hoy se conmemora el 92° aniversario del nacimiento de Jorge Enea Spilimbergo (1928-2004), incorruptible patriota, periodista, poeta, ensayista, político y militante socialista revolucionario.
Realizó sus primeras experiencias militantes en la que luego calificó como izquierda cipaya y ya en la década del ´50 se acercó a la Izquierda Nacional, constituyéndose -con el correr de los años- en uno de sus principales ideólogos en la construcción de un marxismo latinoamericano, con aportes fundamentales como La cuestión nacional en Marx y Clase obrera y poder, las tesis políticas del PSIN, uno de los partidos de los que fue fundador.
Sin embargo, no bastaba con consolidar las posiciones propias, sino que también era necesario desnudar la capitulación que se operaba en otros partidos políticos: el radicalismo, el socialismo amarillo juanbejustista y la ultraizquierda. A ellos dedicó excelentes páginas de recorrido histórico, impugnación teórica y deslinde estratégico.
También realizó un importante aporte al Revisionismo Histórico Socialista con un interesante escrito sobre las ideas proteccionistas en la época colonial (antecedente del Plan de Operaciones de Mariano Moreno) y una lúcida lectura de las luchas de Miguel de Güemes y su proyección en las luchas actuales de nuestra patria.
Con una fuerte convicción socialista revolucionaria, no se quedó en un intelectual más que lee la realidad desde atrás de un escritorio, sino que su vida se caracterizó por la lucha política práctica; por la organización de un nuevo instrumento político, cuando el anterior había dejado de cumplir sus objetivos; y la búsqueda permanente del diálogo político con los más diversos sectores del campo nacional y popular a través del Centro de Estudios Nacionales “Arturo Jauretche”, y del trabajo conjunto (incluso en la proyección electoral) con aquellos agrupamientos de izquierda que compartían (aunque fuera de manera incipiente) una línea de frente único antiimperialista.
La lucidez de su lectura de la realidad latinoamericana fue la que le abrió las puertas del local partidario a Hugo Chávez, en 1995, cuando el coro de los partidos “progresistas” e “izquierdistas” tildaban a la futura figura relevante de la política continental como un “carapintada”, o sea, un militar reaccionario.
Fue el capitán de un barco que navegó permanentemente contra la corriente de las ideas establecidas por el bloque oligárquico-imperialista.
Hoy, a más de tres lustros de su partida, sigue presente a través de su obra y de un legado que hemos recogido como bandera, como compromiso de lucha por una Argentina socialista en el marco de una América Latina unida.
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