“No quiero parecerme a los árboles que echan sus raíces en un lugar y no se mueven, sino al viento, al agua, al sol, a todo lo que marcha sin cesar.”
Simón Rodríguez, “el Maestro de América”, nació en Caracas el 28 de octubre de 1771 y adoptó el apellido materno, mientras que su hermano tomó el de su padre. Fueron conocidos de niños como los hermanos Carreño. Como su padre murió rápido, los niños quedaron al cuidado de su tío, un sacerdote muy respetado en su época. Al momento del nacimiento del futuro Libertador, Caracas alcanzaba los 25 mil habitantes y era una sociedad estratificada étnica y social. Los blancos peninsulares y criollos alcanzaban el 20 % de la población, constituían el sector privilegiado de la sociedad. El resto de la población estaba formada por negros, mulatos e indígenas. La riqueza estaba concentrada en las familias blancas, dueñas de la tierra y la esclavitud de la población negra ascendía a casi el 25% del total.
La vida de Simón es una vida llena de aventuras: vivió en Caracas en donde estudio y se recibió de maestro en 1791 y al poco tiempo tuvo a cargo a 114 niños de distintas clases sociales. Además del sueldo que le pagaba el Cabildo, las familias de los niños debían pagar por la educación de sus hijos. Los montos variaban según la situación económica. En los apuntes del maestro afirma que son 40 los niños que nada pagan. Entre sus alumnos se encuentra Simón Bolívar… Fue en 1792 cuando el alférez real de Caracas le lleva al niño Bolívar para que se ocupara de su educación y al mismo tiempo le sirviera de colaborador. El padre de Bolívar, coronel, había muerto siete años atrás y su madre el mismo año en que se le encarga a Simón Rodríguez el cuidado y la educación del niño.
El joven maestro seguía las enseñanzas de Rousseau en su famoso libro Emilio por lo tanto, lo más importante era “preservar de vicios el corazón y de errores el ánimo. El niño debía estar sano y robusto y recién a los diez aprenderá a leer”.
Rodríguez y Bolívar estuvieron juntos durante tres momentos: los 5 primeros años en Caracas; luego tres años en Francia entre 1804 y 1806, y más tarde en el Perú en 1825. En 1793 Rodríguez se casa con María de los Santos Ronco y se separa a los cuatro años. No tienen hijos. Fue un hombre sencillo e inquieto, dedicado al conocimiento y a la educación de los jóvenes tanto varones como a mujeres. De mayor y estando de regreso en América se dedicó a la escritura: “Escribamos para nuestros hijos, pensemos en su suerte social más que en sus comodidades; dejémosles luces en lugar de caudales: la ignorancia es más de temer que la pobreza” (Luces y virtudes sociales, 1840. Valparaiso)
En una sociedad colonial, esclavista, Simón Rodríguez se preguntaba: “¿Por qué se han de educar solamente los blancos? (…) ellos (negros y pardos) no tienen quien los instruya; a la escuela de los niños blancos no pueden concurrir, la pobreza los aplicara desde niños al trabajo (…). Yo no creo que sean menos acreedores a la instrucción que los niños blancos (…) porque no habiendo observancia para la religión, tampoco debe haberla en la enseñanza.”
Como sus ideas no son bien vistas es amonestado por el Cabildo que recibe la renuncia al cargo de maestro por parte de Rodríguez. Sin embargo, Simón continuará educando a los niños en su casa y se unirá a un grupo de conspiradores que impulsan un alzamiento para implantar un régimen republicano e independiente en Venezuela. El movimiento fracasa y el maestro logra escapar junto a algunos compañeros. Otros habían sido atrapados y pasados por armas.
En 1804, con 34 años, se reencontró en París con Simón Bolívar de sólo 21 años, y pasan tres años juntos siendo testigos en Italia de la coronación de Napoleón.
“Permanecí en Europa por más de veinte años; trabajé en un laboratorio de química industrial […]; concurrí a juntas secretas de carácter socialista […]. Estudié un poco de literatura, aprendí lenguas y regenté una escuela de primeras letras en un pueblecito de Rusia.”
En 1824 regresa a América y establece en Colombia la primera “escuela-taller”. Atiende al llamado hecho por Bolívar desde el Perú, y es nombrado “Director de la Educación Pública, Ciencias, Artes Físicas y Matemáticas” y “Director de Minas, Agricultura y Vías Públicas” de Bolivia. Hacia 1826 y luego de fundar una segunda escuela – taller renuncia a su cargo por una serie de desavenencias con Sucre.
Los últimos años se dedicó a la escritura y continuó enseñando. En Perú, último refugio del maestro, visitó a Manuela Saénz la compañera de Simón Bolívar y al poco tiempo muere en el pueblo de Amotape. Tenía 84 hermosos años. “La América española es original, originales han de ser sus instituciones y su gobierno, y originales sus medios de fundar uno y otro. O inventamos, o erramos.”
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